Del TCU a la ONU: Reflexiones sobre la Gobernanza Pública a Escala Global
Por Secom
Por Ana Paula Sampaio Silva Pereira
Secretaria General Adjunta de Auditoría de Organizaciones Internacionales
Del Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) de Brasil a la Junta de Auditores de la ONU. Del sistema político brasileño a la organización internacional más importante del mundo. ¿Qué acerca y qué distancia estas realidades, especialmente cuando pensamos en la gobernanza del sector público?
Ha sido muy interesante adentrarse en este universo después de haber pasado los últimos años observando al TCU internamente, como organización, y externamente, como parte del sistema político brasileño. Es inevitable hacer comparaciones y paralelismos, ya sea para tratar de entender este nuevo mundo, lleno de desafíos, con el que nos encontramos, o por el hábito de reflexionar sobre lo que podría mejorarse en el TCU y en Brasil.
Es curioso observar, por ejemplo, cómo en la ONU todo es más burocrático, lleno de instancias, normas y protocolos, que al principio nos parecen excesivos. Pero, con el tiempo, vamos comprendiendo que muchas de estas instancias, normas y protocolos tienen su razón de ser y son importantes para evitar confusiones que podrían generar grandes problemas.
Cuando se trata de la segregación de funciones, evitar la concentración de poderes y garantizar que todos los actores se sometan a controles, es difícil encontrar algo comparable. Aquí, por lo que hemos podido observar, todos están sujetos a múltiples controles. La administración es fiscalizada por la auditoría interna, la auditoría externa, el Comité Asesor Independiente de Auditoría, el Comité Asesor de la Asamblea General en Asuntos Administrativos y Presupuestarios, y además debe rendir cuentas públicamente ante la Asamblea General (el órgano político supremo de la ONU, compuesto por los Estados miembros, con un papel similar al del Congreso Nacional de Brasil) sobre todos los hallazgos señalados en los informes de auditoría y sobre las recomendaciones que no implementó.
Calidad
Nosotros, los auditores, somos cuestionados por la administración en cada etapa, procedimiento y momento de la auditoría; por los comités ejecutivos y por los comités de auditoría de cada entidad; por la Asamblea General y por sus órganos de asesoramiento. Y si la administración no implementa nuestras recomendaciones, también se nos cuestiona a nosotros. Sin mencionar Francia y China, que realizan una minuciosa revisión de nuestros informes para garantizar calidad, coherencia y alineamiento en las posiciones de la Junta.
Lo que observamos es que las estructuras de gobernanza de la ONU son, en general, más robustas que aquellas que conocemos en el ámbito nacional. Una robustez que parece esencial para manejar la complejidad de un organismo multilateral compuesto por 193 países soberanos. Es algo único y diferente. Al mismo tiempo, tiene muchas similitudes con cuestiones que vivimos en Brasil y que nos permiten hacer comparaciones interesantes.
El proceso de aprobación de los estados financieros de las agencias de la ONU sigue un rito predefinido. Esto garantiza, invariablemente, la evaluación hasta el final del año siguiente. En Brasil, la ausencia de este rito ha permitido que el Congreso Nacional permanezca años sin pronunciarse sobre las cuentas anuales presentadas por el presidente de la República.
Representatividad
Otro ejemplo interesante es que aquí existe una política orientada a garantizar un equilibrio en la representatividad de los países miembros, tanto entre los trabajadores de la ONU como en las contrataciones que realiza. Es decir, además del equilibrio en la representatividad de las estructuras políticas, como tenemos en el Congreso Nacional, se busca un equilibrio en las estructuras administrativas y en la asignación de recursos mediante contratos. Haciendo un paralelo con Brasil, sería como si tuviéramos que garantizar un equilibrio en la representatividad regional entre los servidores públicos federales y en las contrataciones públicas federales.
Algo que llama la atención es que, al mismo tiempo que la Junta de Auditores no tiene el poder coercitivo que tenemos en Brasil, el seguimiento de las recomendaciones tiene un peso enorme en la ONU. Ninguna recomendación se pierde ni se olvida con el tiempo. En cada ciclo de auditoría, todas las recomendaciones pendientes son monitoreadas y el resultado figura en el informe anual de auditoría de cada entidad. Y, anualmente, en las reuniones de la Quinta Comisión de la Asamblea General y de los Comités Ejecutivos de las entidades, este es uno de los puntos más exigidos por los Estados miembros, ante quienes el gestor debe dar explicaciones públicas.
No es casual que el proceso de elaboración de hallazgos y recomendaciones sea tan diferente de la realidad que vivimos en Brasil. En la ONU, es muy importante convencer al auditado de la importancia de nuestra recomendación, pues las recomendaciones aceptadas tienen un peso mucho mayor. Después de todo, resulta complicado justificar por qué no se implementó algo que el propio gestor consideró adecuado y relevante. Y en este proceso de convencimiento, es esencial saber escuchar atentamente, para comprender la realidad del gestor y ajustar la recomendación, de modo que se adecue y efectivamente contribuya a mejorar esa realidad.
Comunicación
Cuando hablamos de diálogo, algo que la ONU nos ha enseñado es que, cuanto más complejo es el sistema, más importante y delicado se vuelve el factor de la comunicación. Y tal vez este sea uno de los legados que esta experiencia dejará a la auditoría pública de Brasil: mejorar nuestra capacidad de comunicación. Un elemento que, con la creciente evolución y democratización de las formas de comunicación, es esencial para la supervivencia de cualquier organización.
Estos primeros meses de actuación en la Junta de Auditores de la ONU ya nos permiten afirmar que Brasil tiene mucho que ganar con esta experiencia de auditar organismos internacionales, trayendo al país buenas prácticas y modelos de gobernanza que favorezcan la eficiencia, la integridad y la eficacia del poder público.